lunes, 24 de marzo de 2025

LUNA ROJA

Mirarse sin los ojos, escucharse sin los oídos, abrazarse sin los brazos, acariciarse sin la suavidad de las manos, dormirse sin despedirse, soñarse sin poder soñar, despertar sin saludarse, irse sin dar un beso, estar estando lejos, muy lejos. El tiempo había pasado tan rápido como un tren de alta velocidad y ellos simplemente no habían alcanzado a subirse al mismo vagón. Las idealizaciones y fantasías se habían diluido como burbujas de jabón en un parque de diversiones gigantesco en el que ya no se divertían. Solo reproches, culpas y varias imágenes borrosas era lo que quedaba de este sueño que tuvieron en esa habitación de hotel con vista a una piscina y un bar. El disco no giraba, las canciones no recordaban ya nada y lo que alguna vez fue, simplemente ya había dejado de serlo mientras las falanges de sus manos se agarraban obstinadamente por miedo a irse directo al vacío sin ningún bonito recuerdo más que el que se empeñaban en mantener vivo como tizón con fuego en la era de piedra. Era ya demasiado tarde, la noche se había hecho eterna y nada los volvería a poner a salvo de un mundo resquebrajado por caminos que jamás llegarían a ser recorridos. Así que sin más, sus huellas fueron borradas por la luz de la luna roja que se alzó por última vez para soltarlos y dejarlos respirar.