miércoles, 19 de noviembre de 2014

Hands up...

Aferrado a este arbusto evadiendo la caída libre que ni con un paracaídas podría amortiguar. Escapando del dolor por la sangre derramada y los huesos fracturados contra la roca áspera y filosa. Suspendido plácidamente se preguntaba una y otra vez qué verían sus ojos si se reventaran contra el suelo de una sola vez ¿Habría algo más que alivio del otro lado? No podría saberlo si no aflojaba sus dedos y dejaba escurrir su cuerpo por la pendiente. Tal vez el viento fuera tan fuerte como para ayudarlo a planear y descender progresivamente sin hacerse mayor daño. No. No en este planeta regido por claras y contundentes leyes gravitacionales de las que no podía escapar. Solo del tiempo podía hacerlo, escabulléndose como mercurio entre rejillas de acero para traspasarlas y volverse a unir del otro lado como un nuevo ser. Pero el deseo puro y concreto que rebosaba en su interior no era el de salir intacto de esta situación, por el contrario, solo quería romperse en mil pedazos para que el viento arrastrara sus restos tan alto en el cielo que ni la lluvia misma los pudiera hacer descender de nuevo. Pero para poderse perder en el firmamento antes debía encontrarse y para esto, no tenía otra alternativa que seguir aferrado a este arbusto hasta que alguno de los dos se rindiera ante tanta persistencia.