lunes, 30 de julio de 2012

Breathe


Después de todo, es una condición natural del hombre el no poder andar más que en círculos.

Era hora de intentarlo con poesía.

Aprieto el pecho para sentir algo de este corazón que parece hundirse en el vacío
Aprieto el pecho para sentir algo más que esta desazón que destruye esa frágil idea
La misma que alguna vez fue tan fuerte y bien definida
Como el tronco de aquel viejo árbol cautivo en un poema de amor otoñal
Y que tuvo que desdibujarse para cambiar de color y forma
Hoy cierro los ojos, aprieto el pecho por última vez para no dejar ir ese último recuerdo 
El único que aún conservo y que cada noche
Antes de perderme en las profundidades de este letargo mortal
He de evocar para poder dar nueva luz al día que tercamente ya comienza.

Salió cursi y hasta predecible; una aproximación de lo que puede ser y que, aún siendo ya, todavía no alcanza a serlo del todo. Una simpleza fugitiva que debe desaparecer una vez haya sido calcada de algún lugar equidistante y nocivo para cualquiera que se atreva a indagar mucho.

El precio debe ser el destierro, una maldición de la que parece no haber escapado por más distracciones que haya tenido que inventar en la marcha hacia alguna parte.

Ha errado la dirección, ha perdido el Norte, y el Sur, y el Occidente y, claro, el Oriente también. Sin más, sale ya del plano para reencontrarse fuera de él, en algún lugar que todavía no recuerda pero desde el que sin duda alguna es más fácil hoy respirar.