sábado, 30 de septiembre de 2017

SKIPPING



Trató de recordar su vida antes de reencontrarse frente a frente con su destello pero las imágenes eran vagas, carmesí y profundamente dolorosas. Por alguna razón la soledad terminó convirtiéndose en su verdugo; esa misma soledad que tanto se jactaba de haber logrado conquistar con tanto esfuerzo y dedicación durante décadas y que trajo el tan anhelado silencio que empañaba las ventanas de su habitación desde el preciso momento en que la luz de los días asomaba entre las rendijas de su puerta. De alguna extraña manera traía a sus oídos el vibrante sonido de la libertad inmediata, rápida y fugaz pero vacía y cambiante con cada anochecer. Moldeó toda una intención y un discurso a su alrededor tan solo para huir de esa vida que ya extrañaba y que siempre quiso pilotear. Abrochado el cinturón y con el pedal del acelerador a fondo chocó contra las inmensas olas de agua salada que lo mantuvieron siempre a flote y desde las que podía ver la pequeña vida de los parásitos que fornicaban allá abajo como manchas de heroína en la cuchara calentándose; partículas que se encontraban, luchaban y finalmente terminaban mezclándose para adentrarse entre los suspiros de placer de almas inocentes buscando darle muerte a la propia vida. Del otro lado siempre estaba la misma playa de aquel sueño recurrente por el que comenzaba a moverse y del que creía firmemente tener el control absoluto sin conocer siquiera su significado. Tal vez no era necesario que tuviera uno, tal vez era solamente el reflejo de su propia vida desfigurándose en el correr de un arroyo cristalino y brillante que iba a parar a donde van las almas delicadas y hechas para flotar. Ahí donde los demás solo ven tierra y rocas sólidas él siempre vio arena escurriéndose entre los puños apretados de aquellos que se aferraban a lo inevitable. Su meta era clara: encontrar de nuevo ese destello que por acumulación de vacío había dejado de ver entre las siluetas manchadas que flotaban en el inmenso océano de su propia soledad. Así que abrochó su traje, llenó sus pulmones de aire, abrió la puerta y se dejó caer para hundirse en el vacío hasta siempre.