lunes, 15 de febrero de 2016

Sharp

Esta vez no había a dónde huir. El camino había llegado a una glorieta de la que no era sencillo escapar a menos que redujera la velocidad. Recordó que el pedal del embrague estaba aún averiado desde las últimas vacaciones pero haberlo arreglado en ese momento habría significado el fin del viaje. Decidió seguir adelante a toda velocidad hasta donde la muerte no pudiera extender sus garras y por un buen tiempo pudo mantenerse a distancia pero entonces llegó la maldita glorieta para recordarle que nunca había escapatoria y que por mucho que quisiera alejarse de su destino este siempre lo alcanzaría haciendo de su fugaz recorrido una tragedia que comenzaba justo ahí donde él creía que ya terminaba. Soltó su cinturón de seguridad y se dejó llevar por la curva hasta que ambos desaparecieron irremediablemente.