lunes, 23 de mayo de 2016

ELASTICA

Encontrarse a sí mismo a través de la música era el mayor placer del que podía disfrutar aún siendo todo un absoluto mierdero a su alrededor. Tras cada canción había una historia real o imaginaria que ayudaba a que el "infinito abanico de posibilidades" del que hablaban los ilustrados en temas de superación personal apareciera y se abriera como la cola de un pavo real para llenar de color y brillo la tenue realidad de la que apenas pendía. Dentro de ese "abanico" cabía también la posibilidad de que en algún lugar estuviera él mismo oyendo la canción siguiente de la lista sin aún descubrirla en este momento. La sola idea de que hubiera un reflejo suyo que hubiera ya cobrado vida hacía mucho tiempo le llenaba la cabeza de ilusiones pues al fin de cuentas nunca podría desprenderse de quién era o será en el amplio pentagrama de melodías que solo flotaban por ahí buscando frecuencias de onda para dispararse hacía muy adentro de la cabeza de alguien lo suficientemente somnoliento como para dejarlas entrar sin oponer ninguna resistencia.