"Akta: en polaco y otros idiomas es una palabra que puede referirse a un "dossier" o "archivo" de documentos que contiene información sobre una persona o un asunto en particular.
En el contexto de la cromatografía líquida, "Akta" se refiere a un sistema de purificación automatizado para proteínas, péptidos, ácidos nucleicos y otras biomoléculas."
Anoche asistí a un concierto difícil de olvidar. En él había cigarras y orugas con armazones de plata y oro que tocaban instrumentos de viento y percusión en un lugar perdido entre los muros del espacio y del tiempo. Su música tenía un sabor a medio oriente, muy antigua pero a la vez sofisticada y vanguardista. Las voces, una masculina y otra femenina, se turnaban en perfecta coreografía para seducirme bajo la tenue luz de este lugar impregnado de colores ocre y terracota al que llegué de la única manera en la que pude: a través de una extensa manguera de respiración por la que me elevé como si me descolgara a la inversa sobre los rieles de una gran montaña rusa. Luego entendí que esta “manguera” no era otra cosa diferente a un agujero de gusano.
La música no solo sonaba sino que brillaba y las texturas y los sonidos orgánicos y mecánicos me fueron abrazando hasta impregnar cada célula de mi cuerpo que se contrajo en un espasmódico baile que pronto se convirtió en un profundo trance del que no quería salir. Me sentía pleno y satisfecho mientras estos sonidos tan antiguos como las primeras estrellas me sacudían recordándome lo afortunado que era por poder experimentar a través de cada uno de mis viejos y de mis nuevos sentidos todo lo que estaba y alguna vez había sentido. Gratitud. Confianza. Inspiración. Amor. Y por supuesto, la nueva palabra que se formó mientras estaba suspendido por los aires como Yuri Gagarin y un antiguo astronauta: Respeto.
La música se fue transformando y en su camino fue recogiendo desde cada rincón a todos los seres que estaban ahí conmigo, alzándolos en una infinita columna que se erigió como una torre de hormigas que luchan por alcanzar el firmamento. Vi sus caras, sus expresiones impávidas y sus ojos negros de color negro profundo que se alzaban por los aires atravesando mantos de nubes y la gruesa capa de ozono azul claro hasta llegar al profundo vacío en el que se esparcieron hasta fundirse con él. Yo no quise seguirlos. No esta vez. Decidí flotar un rato más y volver a la tranquilidad del azul. Poco a poco retomé una vieja postura en la que mi columna vertebral encontró alivio; abrí las palmas de mis manos y las extendí hacia el universo dándole las gracias por tanto. Vi a mi hija y le envié todo mi amor. También la vi a ella, mi vieja copiloto estelar, y le pedí perdón antes de soltarla y despedirme para siempre deseándole todo lo mejor. Respiré 3 veces y un perfume de plantas y flores frescas me mojó las manos para recordarme que era momento de volver. La música fue desvaneciéndose y una última ráfaga de luz azul claro me iluminó por dentro antes de abrir los ojos para encontrarme nuevamente en la oscuridad de esta habitación donde todo comenzó.
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