jueves, 12 de junio de 2025

Jóga

Tras el resbalón, no hubo de otra más que jalar con fuerza el freno de mano para no salir volando por entre el parabrisas y terminar rebotando como tantas otras veces contra el pavimento. Esta vez no hubo canción de Bowie ni ningún tributo a Lynch sobre la carretera. Tres –o cuatro- espadines con sus respectivas chelas y unos torpes pasos de rocksteady fueron suficientes para desorganizar la secuencia que había ido armando con tanta delicadeza con el material que le cayó encima como un baldado de agua fresca apenas para combatir el fuerte calor del verano chilango. Habían sido meses tan complejos que le hicieron olvidar la concepción del tiempo tal y como la había conocido desde que tuvo uso de razón. No hubo magnitud física, ni duración, ni tampoco separación, solo acontecimientos que brotaban como eructos de lava espesa de un cráter aleatorio borrando todo lo que tocaba. Lo justo sería que algún día, como ocurrió después de un buen tiempo en la bella nación de Björk, de esa costra de lava petrificada surgiera un nuevo paisaje lleno de verdes y frescas praderas sobre las que pastaran familias de suaves ovejas entre los filos de las colinas dibujadas por rocas que cumplieran también con la doble función de ser recipiente y conducto de cristalinos manantiales por los que corriera agua pura que llenara de vida este nuevo planeta lleno de esperanza. Pero por ahora, solo había ceniza incandescente, cadáveres de pájaros intoxicados por el suelo y mucho, mucho calor. Así que se atavió con la ropa y los accesorios con los que siempre se había imaginado que iba a enfrentarse al postapocalipsis. Era justo esto para lo que se había estado preparando durante tanto tiempo de la mano de Wells, Huxley, Bradbury, Asimov y K. Dick. Metrópolis, Gattaca, Blade Runner, Los hijos del hombre, Elysium, El planeta de los simios, Akira y por supuesto Mad Max, solo habían sido un entrenamiento y ahora estaba listo para lo que se venía. Ni el calcinante Sol, ni las ruinas de cada imperio caído, ni los huesos de sus falsos ídolos lo harían dudar ni por un segundo de su nueva misión. Estaba tan clara que no tuvo que respirar tres veces. Tenía el foco tan afinado sobre lo que debía hacer que la última vez que meditó sobre un cojín sería suficiente para tener la certeza y claridad de lo que hoy debía hacer para sobrevivir y mantener toda su fuerza en una única dirección. Alzó la mirada entre sus lentes polarizados, abrió sus brazos para abrazar la totalidad del espacio que se abría en frente suyo y justo antes de echar a andar, una afilada imagen le atravesó de nuevo el pecho: era ese beso; ese único y delicioso beso que lo acompañaría por toda la eternidad y de cuyo recuerdo jamás podría librarse, ya más para bien que para mal.

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domingo, 8 de junio de 2025

Ashes to ashes

El primer consejo para no sobresentir es escribir en tercera persona. Creada ya la distancia entre usted y su nuevo personaje, el siguiente movimiento es traer escenarios donde este se haya sentido muy feliz cantando, despelucándose y tocando air guitar. Ahora, a darle buen ritmo al relato para que se le haga un digno homenaje al rolón que sonó. Pedal hasta el fondo y es en este punto que no se debe parar de escribir en cualquier dirección: hacia adelante, hacia atrás y sobretodo encima de lo ya escrito insistentemente hasta que la palabra resuene como si fuera consciente de su propia existencia. El alivio ya debería de estarse manifestando de alguna manera en el cuerpo en forma de una ligera satisfacción que va a ir filtrando pensamientos y recuerdos para irlos montando en una maravillosa linea de tiempo. Ahora sí, a perderse en el tiempo y a jugar con él expandiéndolo y contrayéndolo, moldeándolo y derramándolo para recogerlo y volverlo a revivir una y otra vez hasta que cobre el valor que se merece y corra hacia donde él lo decida. Aquí, ya en ese punto de lucidez, hay que guardar una chispa; solo una muy pequeña, suficiente para incendiar y convertir en cenizas todo este esfuerzo y así volver a comenzar cuantas veces sea necesario hasta que el sobresentir se convierta en pulsación y la angustia en poder de creación.