jueves, 29 de diciembre de 2011

Acuité

Si la felicidad es efímera, qué más da? Orgulloso de cargar emociones por acá y por allá, recuerdos del andar, miradas que vienen y que van. Todo pasa, la brisa, el Sol de la mañana que atraviesa esta ventana para revestir nuestros cuerpos; la noche que ilumina con su candor; el día que transcurre con su lento parecer. Al final, no importa la carga del día, poco importa cuánto hayamos cargado con este cadáver encima, todo parece desvanecerse y retornar a su lugar de origen, donde este aparente caos entra en absoluta armonía y donde todo es coherente. Tal vez algún día retorne a este fatídico paraíso, donde todo es incierto y efímero. Por ahora, prefiero escoger una vida mortal, llena de pasiones, ilusiones, decepciones, intuiciones; abandono toda inmortalidad para renacer de una vez por todas y, así, lograr alcanzar ese lugar resplandeciente en el firmamento, evidente solo para aquellos que tienen la agudeza para descubrirlo e intuirlo.

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