lunes, 30 de enero de 2012

Hold on You

Éste tipo de ideas nunca le habían sido ajenas en absoluto. De hecho, cientos de veces cruzaban por su mente las mismas fórmulas que lo alejarían de una vez por todas de cualquier situación que expusiera su vulnerabilidad ante el filoso asfalto ennegrecido. No soportaba comenzar la semana tejiendo este tipo de pensamientos, necesitaba algo sólido sobre qué sostenerse, al fin de cuentas, su cuerpo era lo suficientemente frágil como para no caerse por su propio peso. Con una mano sostenía la bola de hilo que ella le había arrojado hacía algunos años, antes de que decidiera volver la mirada sobre otros horizontes extraños de los cuales él mismo se había cuidado de no mirar por pura prudencia. Ahora había regresado, mucho más brillante que de costumbre, mucho más vital y avasalladora. Por largo rato sostuvieron sus miradas sobre el otro, intentando descubrir lo que nunca pudieron olvidar, lo que pretendieron confesar en otros cuerpos lejanos para comprenderse mejor desde la distancia. El hilo brillaba y se tensionaba invitándolo a seguir la marcha unido a ella una vez más. Un camino no del todo desconocido, una mano amiga de la cual colgarse para no caer al precipicio, un hombro suave para besar y sobre el cual llorar. Acá estaban de nuevo, eran los mismos, y sin embargo, todo era diferente a su alrededor. Ahora el contacto físico no era más que un puente tendido para unir sus propias almas. Eran mortales.

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