Esta tarde el exterior se ha tornado extrañamente anaranjado. Restos de ocre resaltan la palidez de los edificios erigidos frente a mí, cortándome el paso, delimitando el suelo e incrustándose en lo profundo de lo que alguna vez fueron grandes lagunas. No es necesario salir para saber lo que hay allí. Siempre ha habido lo mismo y no por eso voy a dejar de ser lo que ya sé que soy. Soy conciente de mi existencia, pero prefiero seguir montado sobre los rieles de la irrealidad. Lo real me aterra, tal vez porque acrecienta mis sentimientos de odio y repulsión hacia las demás personas. Nada es perfecto. Los sueños tampoco lo son, pero en ellos podemos construir lo que en vida nunca podremos. Podría quedarme definitivamente en ellos? Tal vez, pero entonces tendría que renunciar por completo al anaranjado exterior. Muy probablemente me llamarían loco y me aislarían aún más de las demás personas y de sus planes para el futuro. Pero, ahora recuerdo mejor: esa decisión ya le he tomado antes. Estaba aquí cuando lo pensé? Lo materialicé yo solo??? Así debió haber sido. Es mi elección. De la baraja destapada he tomado algunas cartas a mi conveniencia. Qué ha pasado con las que he descartado? Aún siguen sobre la mesa. Esto me da más oportunidades? Tal vez sí; o tal vez tan solo estén ahí para envejecer y ocupar un espacio que no podría ser si ellas no estuvieran allí.
Dic. 18. 2006
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