domingo, 28 de julio de 2013

Rather Be

Fue un día largo pues tuvo que untarse de mucha gente. Tenerlos tan de cerca invadiendo su espacio vital como única opción, hizo que cada minuto de esa tarde pareciera eterno. No tuvo más remedio que salir a la calle pues la cama con medio lado vacío no le era suficiente. Agarró la primera chaqueta que encontró, esa que hacía meses no usaba y se puso las botas que compró para caminar kilómetros en solitario, acompañado siempre de una extensa selección musical que incluía un bajo predominante y una que otra voz femenina para refrescar tanta viscosidad. ¿Cómo enfrentar el caos de una ciudad atestada de chatarra y carne olorosa? Esa era la pregunta recurrente a la que debía enfrentarse desde el momento en que se llenaba de coraje para poder entrar a la ducha con la entereza de un hombre que había dado la vuelta al Sol más de treinta veces. Y era ahí desde donde siempre había podido tomar las mejores y más inteligentes decisiones de su vida, ya fuera sentado en su trono o refregándose los bucles de la entrepierna bajo la seductora agua hirviente que Boccherini le regalaba todas las mañanas. Ya vestido y acicalado, le era imposible no sentir que por más de que lo intentara quedaba siempre fuera de su elemento, pues no había más que mirar hacia adelante para saber que todo marchaba en dirección completamente opuesta a la que sus ojos estaban acostumbrados desde hacía ya bastante tiempo. Caminó un rato más siguiendo a la gente que sabía hacia donde iba, pero al poco tiempo se aburrió y dio media vuelta para retornar a las faldas de la montaña en la que siempre se refugió para escapar del horizonte infinito que se abría hacia ninguna parte. Solo ahí, recibiendo el Sol en su terraza y sosteniendo la chaqueta que no alcanzó a ponerse, encontró lo que nunca tuvo que buscar pero siempre pudo ratificar. 

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