miércoles, 31 de julio de 2019

Me in you

Se fue a la montaña por la que hacía mucho tiempo se había escurrido siguiendo la sombra de una nube. Recogió los pedazos que fue encontrando y poco a poco, paso tras paso, fue pegando lo que iba recogiendo mientras buscaba darle alguna forma, la que fuera, a eso que una noche había decidido bautizar con nombre propio. Por puro oído -y muy poca malicia- había ido descubriendo el camino que debía abrir entre la maleza y las rocas rojizas que adornaban el suelo erosionado. Sintió como si estuviera ascendiendo desde el fondo del océano hasta la orilla de alguna isla remota rodeada de nada más que agua, piedras y mucha espuma burbujeante. El silbar del viento comenzó a oírse cada vez más cerca a medida que la cima comenzaba a asomarse entre las últimas nubes que se negaban a retirarse como si escondieran el más precioso de todos los tesoros terrenales. Para ese entonces, había ya recuperado su forma original y el vacío contenido entre sus costillas por tanto tiempo estaba por fin contenido en esta peculiar burbuja que rebotaba de lado a lado haciendo vibrar sus propios cimientos. Una última ráfaga de viento sopló sobre la montaña barriendo toda huella y el último rayo de Sol lo cegó por completo dejándolo a merced del que sería su último sueño.

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