Si hubiera perdido la cordura,
esto ya le habría ahorrado un buen trecho en el camino por recorrer. No importa
cuán exigente se pueda llegar a ser, siempre está la duda de si el sendero es
el correcto y si éste llevará hacia un claro en el bosque donde poder estirar
los pies para descansar de la enceguecedora luz del pleno día. Siempre ha sido
más fácil marchar en la noche bajo la mirada de unos pocos nada curiosos.
Simples sombras suspendidas en la penumbra de un sueño estancado y ya olvidado
para beneficio de unos pocos esquizofrénicos con ansias de poder. Es allí donde
ha de estar, olvidado, oxidado y embalsamado. Un lugar, un camino solo de ida,
una isla sin puerto, un barco sin anclar en un mar sin memoria.
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