sábado, 9 de junio de 2007

SOLDADO HERIDO

Miserable sujeto. Cargando todo el tiempo ese gran peso sobre sí; rompiéndose la columna entera, cada costilla de su cuerpo. Pagando el precio de algo que nunca eligió tener. Y si lo hizo, definitivamente fue una gran estupidez. La mayor de todas. Siempre pensando, recalentando su cabeza con espesas ideas que nunca fluyen sino que se estancan, como un coágulo que se esparce por todas partes inmovilizando muy lentamente el organismo. Desde el suelo, postrado, tullido, retorcido, mirando con detenimiento y suma atención todo el movimiento a su alrededor. Todo fluye hacia alguna parte, en remolinos que van y vienen, pero que nunca se estancan, nunca se detienen ni siquiera para percatarse de él. Es posible que desde lo alto no lo reconozcan; sus miradas jamás tendrían por qué resbalarse ni perder su rumbo. Simplemente siguen su camino, una tras la otra, en hileras discontinuas, de colores, dejando aromas fétidos y deliciosos, llenándolo todo de eterna gracia. No hay marcha atrás para ellas dentro de éste gran espacio vacío que repudia las malformaciones y que no admite anomalías ni diferencias. Imposible el correcto desempeño de La Falange si uno de sus integrantes no puede empuñar su espada a la altura de los demás. Un punto débil, el talón de Aquiles de toda una descendencia que lleva millones de años progresando al ritmo de la roca, el martillo y la lanza. Nunca podrá pertenecer a ese colosal grupo que una vez le dio la vida y que ahora lo juzga apartándolo del camino, cortándole la lengua para que nadie entienda sus palabras, quemándole la garganta para que nadie pueda oír sus gritos, taladrando sus talones para que no pueda dar ni un solo paso. Su cabeza intacta, protegida por un oxidado casco solo espera que el tiempo siga adelante y permita que el hierro se corroa, para dejar pasar algo de aire y agua que refresque las ideas y termine de una vez por todas con el peso de la carne. Este es el precio que ha de pagar el soldado herido.

No hay comentarios.: