Aferrado a este arbusto
evadiendo la caída libre que ni con un paracaídas podría amortiguar. Escapando
del dolor por la sangre derramada y los huesos fracturados contra la roca
áspera y filosa. Suspendido plácidamente se preguntaba una y otra vez qué
verían sus ojos si se reventaran contra el suelo de una sola vez ¿Habría algo
más que alivio del otro lado? No podría saberlo si no aflojaba sus dedos y
dejaba escurrir su cuerpo por la pendiente. Tal vez el viento fuera tan fuerte
como para ayudarlo a planear y descender progresivamente sin hacerse mayor
daño. No. No en este planeta regido por claras y contundentes leyes
gravitacionales de las que no podía escapar. Solo del tiempo podía hacerlo,
escabulléndose como mercurio entre rejillas de acero para traspasarlas y
volverse a unir del otro lado como un nuevo ser. Pero el deseo puro y concreto
que rebosaba en su interior no era el de salir intacto de esta situación, por
el contrario, solo quería romperse en mil pedazos para que el viento arrastrara
sus restos tan alto en el cielo que ni la lluvia misma los pudiera hacer
descender de nuevo. Pero para poderse perder en el firmamento antes debía
encontrarse y para esto, no tenía otra alternativa que seguir aferrado a este
arbusto hasta que alguno de los dos se rindiera ante tanta persistencia.
miércoles, 19 de noviembre de 2014
miércoles, 20 de agosto de 2014
Res nata
Antes de que tuviera tiempo de
respirar profundo en su sillón, ya tenía compañía y ésta se hizo presente en
forma de dos ideas muy arraigadas, una a cada lado de sus enrojecidas orejas.
“La vida va a seguir pasando
estés o no en ella. No te preocupes por tratar de moldearla ni de acomodarte.
Simplemente anda, mira al frente enfocando bien para no distraerte en el
recorrido y permite que en tu camino se cruce solo quien lo merezca. El resto,
son solo momentos enmarcados en días, minutos y fracciones de tiempo que
alguien ya bautizó muy a su manera. “ – Dijo la de su derecha.
“Lo que te hace único es la
manera en que recorras los caminos que ante ti se presentarán, elijas el que
hayas de elegir. Al final descubrirás que ningún miedo hubo de ser tan fuerte
como para no ser diluido en una tenue y constante lluvia.” – Dijo la de su
izquierda.
Se puso de pie y encendió su
reproductor de MP3. La primera canción en su lista personal comenzó de buena
manera haciendo teñir sus nervios de un azul zafiro que hacía tiempo no sentía
tal vez por la falta de estímulos suficientes en su aletargado y malacostumbrado
cuerpo. “Heartbreaker” comenzó a desprenderse de la aguda voz de Robert Plant
que comenzó a surfear sobre las vibrantes cuerdas de Jimmy Page que se sostenía
sobre el grueso sendero demarcado por el bajo de John Paul Jones y todo
enmarcado por la pulcra percusión de John Bonham. La habitación se estremeció
desde las tablas del piso hasta el altillo abandonado hacía generaciones y todo
comenzó a adquirir ese tono de azul que ahora comenzaba a recordar. Siempre
estuvo consigo, lo llevó a todas partes, lo saboreó con cada nueva experiencia
y nunca se desprendió de él pese a las distracciones de las que fue víctima.
La canción termina dejando tras
de sí un eco indisoluble. Todos están muertos, Bonhamn primero, luego los demás.
Se sienta de nuevo en el sillón, ellas ya se han marchado, solo queda el color
y la luz que empieza a diluirse con cada exhalación. Cierra los ojos por
primera vez, respira por última y el azul zafiro se hace eterno. Ya no duele.
Ya no hay duda. Ya no hay nada.
viernes, 8 de agosto de 2014
FEUILLES
Tan solo esperaba que su propia intransigencia fuera
suficiente para deshacerse de la culpa que sentía al ver su propia sombra. Llevaba
meses sin conectar una palabra con otra; era tormentoso. La música era lo único
que le permitía percibir esa empatía entre sus signos vitales y el movimiento
natural de la rutina a su alrededor sin que pesaran más la culpa y el dolor. Se
sentía defraudado por quien no fue, por la palabra nunca dicha, por el reflejo
jamás tocado. Aún traía consigo algo, tal vez mucho, de ese tiempo perdido que
hacía meses había dejado de pesar para comenzar a convertirse en recuerdos nada
más. Lo que antes fue, fuera lo que fuera, era ya un montón de papel arrugado
en una cesta de basura y por mucho que intentara desarrugar las hojas para
encontrar las palabras afines ya le era simplemente imposible. Solo hay sonidos
que brotan y desaparecen con tanta frecuencia como los latidos del corazón
retumbando en una caja torácica. Cada sonido son mil palabras y cada palabra
son otros mil latidos que se niegan a desaparecer a pesar de nunca haber sido
escritos.
viernes, 18 de abril de 2014
Hold fast
Si hubiera perdido la cordura,
esto ya le habría ahorrado un buen trecho en el camino por recorrer. No importa
cuán exigente se pueda llegar a ser, siempre está la duda de si el sendero es
el correcto y si éste llevará hacia un claro en el bosque donde poder estirar
los pies para descansar de la enceguecedora luz del pleno día. Siempre ha sido
más fácil marchar en la noche bajo la mirada de unos pocos nada curiosos.
Simples sombras suspendidas en la penumbra de un sueño estancado y ya olvidado
para beneficio de unos pocos esquizofrénicos con ansias de poder. Es allí donde
ha de estar, olvidado, oxidado y embalsamado. Un lugar, un camino solo de ida,
una isla sin puerto, un barco sin anclar en un mar sin memoria.
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